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1. Honestidad:


Lo primero es admitir que se tiene un problema y que uno es incapaz de resolverlo por su cuenta propia, ya sea ante el tabaco, el alcohol, las drogas, el sexo, las compras, el juego, el amor o el trabajo.

Eso se denomina rendirse. Pero muchos pretenden hacerse los ciegos sobre su adicción y necesidad de ayuda, y esperan hasta arañar el fondo para buscarla.

Debo de ser honesto conmigo mismo para liberarme.

 

2. Esperanza:


La esperanza es el punto de partida hacia la cordura porque nos ayuda a abrir la mente. La auto-suficiencia y la intelectualidad no nos funcionaron, así que es preferible tener esperanza en algo o alguien que está fuera de nosotros podría ayudarnos y devolvernos el sano juicio.
 

3. Fe:

 

En la medida en que los problemas comienzan a resolverse por el esfuerzo propio y la ayuda de los compañeros, a uno le nace la esperanza se transforma en fe en el momento en que decidimos poner nuestras vidas y voluntad al cuidado de "Dios", tal como cada persona concibe esa imagen.

El punto clave es que una fuente de poder fuera de uno mismo puede ayudarnos a cambiar una conducta compulsiva indeseada o una actitud negativa ante la vida.

 

4. Valentía:

 

En este punto tenemos que descubrir nuestras debilidades y nos toca escribir un minucioso inventario de nosotros mismos, lo que nos traerá confianza y claridad.

 

A diferencia del inventario de una tienda, donde se cuentan las prendas de vestir, aquí vamos a contar los síntomas más comunes de nuestra inseguridad emocional que pueden ser el miedo, el orgullo, la lujuria, la inseguridad, los resentimientos y la lástima de mi mismo.

 

5. Integridad:

 

Este es el paso de la confesión. No, no de la confesión de “Iglesia”. Aquí confesamos nuestros defectos y la carga de ese inventario que nos ha carcomido internamente, ante una persona de mucha confianza y ante tu “Poder superior”, que es como quieras concebirlo.

 

Esa es la belleza de estos programas. Nos liberamos del aislamiento y por fin florece en nuestras vidas la transparencia y autenticidad. Ya podemos ver a las persona a los ojos.

 

6. Voluntad:

 

La clave de este paso es la aceptación, pues debemos aceptar nuestros defectos de carácter que nos han ayudado a sobrevivir pero que ya no necesitamos pues a la larga nos hacen daño. Y lo más importante es tener la máxima voluntad, nada más eso, para deshacernos de eso defectos.

 

Dice A.A. que este es el paso que separa  los hombres de los niños. Debemos derrumbar las barreras rígidas que hemos levantado. Es fundamental tener disposición.

 

7. Humildad:

 

Para acercarnos a “Dios” le pedimos que nos libere de nuestros defectos, que son el verdadero problema, no las adicciones que ya hemos superado. Humildad se malinterpreta como pobre o cabizbajo.

 

En este caso, significa el deseo de conocer la voluntad de “Dios”. Así encontramos la tranquilidad, de mayor valor que todas las posesiones que alguna vez tuvimos.

 

8. Amor:

 

A esta altura ya hemos mirado nuestro pasado, estamos consciente de nuestras falla y hemos sanado la relación con “Dios”. Nos toca ahora sanar las relaciones con el prójimo, especialmente con las personas a las que hicimos daño consciente o inconscientemente.

 

Es difícil admitir que erramos porque es más fácil ver la responsabilidad de otros. Según los programas de recuperación este es el principio del fin del aislamiento.

 

9. Disciplina:

 

Más difícilmente aun es hacer las enmiendas con todas esas personas a las que hicimos daño, a menos que la enmienda sea contraproducente y genere más perjuicio.

 

Hay que escoger el momento oportuno, ser prudente y armarse de valor.

 

Es la única manera de asumir responsabilidad por el bienestar del prójimo y aceptar que nuestras acciones del pasado tuvieron secuelas negativas. Un simple perdón no basta, la enmienda debe ser más profunda.

 

10. Perseverancia:

 

La práctica espiritual es como el entrenamiento físico. Si vas al gimnasio un buen tiempo y adelgazas, debes seguir yendo para mantenerte, si no termina engordando o perdiendo forma.

 

Igual es en la recuperación. Uno no se recupera y pasa la página porque los defectos continúan y los problemas de la vida cotidiana también. La mejor forma de hacerlo es con un auto-examen diario. ¿Qué hice bien? ¿Qué hice mal? ¿Cómo mejorar si me equivoque?

 

11. Conciencia:

 

El propósito de este paso es descubrir cuál es el que plan que “Dios” (que es como cada persona lo conciba) tiene para mi.

 

Esto no va a suceder de manea sobrenatural.

 

Contamos con dos herramientas que son universales: la meditación y la oración. Mantener el contacto consciente con “Dios” diariamente nos hace la vida más fácil porque quien mejor que “Él” para saber qué nos conviene. La oración no es para pedirle que nos ganemos la lotería, sino para poder hacer su voluntad.

 

12. Servicio:

 

Ahora llega el momento de dar a los demás un poco de lo que te ha sido dado, de esas bendiciones de la recuperación que te ha transformado en mejor persona.

 

El desarrollo espiritual es la solución a nuestros problemas en los 11 pasos anteriores hemos obtenido la musculatura para el despertar.

 

Ayudar a las otras personas que atraviesan por problemas similares a los nuestros es una póliza de seguro personal contra las recaídas.



 
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